viernes, 19 de noviembre de 2010

EL CONCILIO DE NICEA

Este es un pequeño ensayo que habla sobre el Concilio de Nicea.


INTRODUCCIÓN

El “Concilio de Nicea” fue una junta organizada por el emperador Constantino I, quien después de derrotar a los Licinus, se esforzó por solucionar los litigios que se originaron entre los diferentes obispos de Oriente. El concilio se runió en la ciudad de Nicea por petición del emperador, el 20 de mayo del año 325.

Constantino I logró la unificación y uniformidad total del imperio bajo su persona, así fue como decidió hacer lo mismo con el cristianismo, pues tenía unos ideales demasiado reforzados en éste.

Comúnmente se maneja con el nombre del Concilio de Nicea, pero en realidad se originaron dos concilios. El primero y ya mencionado fue dirigido por el emperador Constantino I, como también ya se mencionó, en la ciudad de Nicea, el 20 de mayo de 325 D.C. El segundo fue celebrado del 24 de septiembre al 13 de octubre del año 787 D.C. igual en la ciudad de Nicea, pero ésta vez fue convocado por Irene, madre del emperador Constantino VI. Pero ambos concilios tuvieron la misma finalidad, unificar la religión del cristianismo

El origen de ambos concilios fue por razones religiosas, en ellas entraba la duda, la división, diferencia de creencias, entre otras razones que mencionare más adelante en el contenido de este ensayo.

Con el paso del tiempo han surgido distintas teorías sobre este concilio, y entre ellas podemos encontrar la de Leonardo Da Vinci, quien nos menciona en su escrito del Código Da Vinci que el cristianismo que conocemos hoy no es obra de Jesús y sus discípulos, sino del emperador Constantino I, que reinó en el Imperio Romano en el siglo IV. Así como ésta teoría existen muchas más que ponen en discusión al cristianismo en su origen, pero no me detendré mucho en su mención, además ahí ya está la fe de cada individuo.

EL PRIMER CONCILIO DE NICEA

Después de su victoria contra contra Licinus, el emperador de oriente, en septiembre de 324 d.C. Constantino dueño absoluto del Imperio Romano, se esforzó en arreglar los litigios entre los diferentes obispos de oriente, como ya hizo en occidente por causa del donatismo convocando los sínodos de Roma en el 311 y el de Arlés en el 314. Así convocó a los diferentes obispos a un sínodo comparable en todo a los comitia (comicios) de las órdenes civiles del Imperio. Este concilio fue convocado primeramente en Ancyra y después, por razones de comodidad el propio emperador, en Nicea, donde en sus inmediaciones más próximas se encontraba la residencia imperial de Nicomedia.
Vemos que el emperador, tras haber logrado la unificación y uniformidad total del imperio bajo su persona, trataba de hacer lo mismo con el cristianismo, a imagen del propio imperio. Este concilio no fue convocado por la iglesia o uno de sus obispos, sino por un emperador sobre el que aún hoy recaen serias dudas entorno a lo genuino de su fe cristiana, puesto que era un adorador del Solis Invictus (Sol Invicto). La pretensión posterior del obispado de Roma de ejercer una primacía jerárquica sobre el resto de la cristiandad tiene mucho que ver con este deseo de uniformidad imperial.
Por deseo del emperador romano Constantino, el concilio se reunió en la ciudad de Nicea, en el Asía Menor y cerca de Constantinopla, en el año 325 el 20 de mayo, la mañana de las fiestas de conmemoración de su victoria sobre su rival Licinio. Es esta asamblea la que la posteridad conoce como el Primer Concilio Ecuménico, es decir, universal.
El número exacto de los obispos que asistieron al concilio nos es desconocido, pero al parecer fueron unos trescientos. Para comprender la importancia de lo que estaba aconteciendo, recordemos que varios de los presentes habían sufrido cárcel, tortura o exilio poco antes, y que algunos llevaban en sus cuerpos las marcas físicas de su fidelidad. Y ahora, pocos años después de aquellos días de pruebas, todos estos obispos eran invitados a reunirse en la ciudad de Nicea, y el emperador cubría todos sus gastos. Muchos de los presentes se conocían de oídas o por correspondencia. Pero ahora, por primera vez en la historia de la iglesia, podían tener una visión física de la universalidad de su fe. En su Vida de Constantino Eusebio de Cesarea nos describe la escena:
Asistieron al Concilio más de trescientos obispos. El Emperador designó a Osio de Córdoba para que hablara en su nombre, y el Papa San Silvestre I envió dos sacerdotes romanos: Víctor y Vicentius para que le representasen. Casi todos los padres conciliares condenaron la doctrina deArrio, que afirmaba que el Hijo era una creación de Dios. Sin embargo, los semiarrianos, que eran la gran mayoría en el Concilio, se opusieron a la palabra ομοουσιος (consustancial), propuesta por Atanasio, debido a que ésta sugería que el Padre y el Hijo eran lo mismo.
Finalmente se decidieron en favor de Atanasio, proclamando que Jesús era consustancial con el Padre (ομοουσιον τω πατρι). Con esta fórmula como base, se compuso el Credo Niceno en el que se resumía la doctrina cristiana, particularmente en lo que se refiere al Logos. Este símbolo o credo se propuso inmediatamente en la asamblea. Su frase fundamental era: engendrado, no hecho, consustancial con el Padre.
El emperador Constantino declaró que aquellos que no aceptasen este símbolo serían desterrados. Arrio y Eusebio de Nicomedia no firmaron el credo y por lo tanto fueron condenados al exilio y la quema de todos sus libros. Sin embargo, Constantino fue finalmente bautizado por Eusebio de Nicomedia, que seguía siendo el ordinario y al que se le habían mantenido sus dignidades eclesiásticas. Posteriormente se levantó la condena civil a la doctrina arriana y Arrio fue perdonado, aunque murió repentinamente en circunstancias extrañas cuando iba a ser investido de nuevo con sus privilegios eclesiásticos.
Eusebio de Cesarea en su obra "Vida de Constantino", presenta al Emperador participando e influyendo activamente en el desarrollo del Concilio. Sin embargo, el autor J. M. Sansterre, en su obra “Eusebio de Cesarea y el nacimiento de la teoría cesaropapista”, ha rebatido esta posición, señalando que la actuación de Constantino fue respetuosa de los temas que eran de estricta competencia de los Padres Conciliares.
Una de las decisiones del primer Concilio de Nicea que tendría más consecuencias prácticas fue la determinación de las normas para el cálculo de la fecha de la pascua. El seguimiento de dichas normas acabó dando lugar a la reforma gregoriana del calendario en1582. Por el tema de rechazar la teoría de Arrio se trató también el tema de la Filiación Divina de Jesucristo y se aceptó la Doctrina de Atanasio por la que la Trinidad y la naturaleza de Jesús se establecieron en un lenguaje comprensible y didáctico.
En este ambiente de euforia, los obispos se dedicaron a discutir las muchas cuestiones legislativas que era necesario resolver una vez terminada la persecución. La asamblea aprobó una serie de reglas para la readmisión de los caídos, acerca del modo en que los presbíteros y obispos debían ser elegidos y ordenados, y sobre el orden de precedencia entre las diversas sedes.
Pero también este concilio produjo consigo un conjunto de teologías sobre el cristianismo, teologías que aún hoy en día siguen surgiendo.

EL CREDO DE NICEA

"Creemos en un Dios Padre Todopoderoso, hacedor de todas las cosas visibles e invisibles.
Y en un Señor Jesucristo, el Hijo de Dios; engendrado como el Unigénito del Padre, es decir, de la substancia del Padre, Dios de Dios; luz de luz; Dios verdadero de Dios verdadero; engendrado, no hecho; consubstancial al Padre; mediante el cual todas las cosas fueron hechas, tanto las que están en los cielos como las que están en la tierra; quien para nosotros los humanos y para nuestra salvación descendió y se hizo carne, se hizo humano, y sufrió, y resucitó al tercer día, y vendrá a juzgar a los vivos y los muertos.
Y en el Espíritu Santo.
A quienes digan, pues, que hubo cuando el Hijo de Dios no existía, y que antes de ser engendrado no existía, y que fue hecho de las cosas que no son, o que fue formado de otra substancia o esencia, o que es una criatura, o que es mutable o variable, a éstos anatematiza la iglesia católica."
Esta fórmula, a la que después se le añadieron varias cláusulas -y se le restaron los anatemas del último párrafo- es la base de lo que hoy se llama "Credo Niceno", que es el credo cristiano más universalmente aceptado. El llamado "Credo de los Apóstoles", por haberse originado en Roma y nunca haber sido conocido en el Oriente, es utilizado sólo por las iglesias de origen occidental -es decir, la romana y las protestantes. Pero el Credo Niceno, al mismo tiempo que es usado por la mayoría de las iglesias occidentales, es el credo más común entre las iglesias ortodoxas orientales -griega, rusa, etc.
Para Constantino, el cristianismo vendría a ser la culminación del proceso unificador que había estado obrando en el Imperio desde hacía siglos. Había logrado que sólo hubiera un emperador, una ley y una ciudadanía para todos los hombres libres. Sólo faltaba una religión única para todo el Imperio. Para ello era preciso que hubiera igualmente una sola Cristiandad, uniformada al máximo posible. De esta manera, las discusiones doctrinales o disciplinarias de la Iglesia se convirtieron en un problema de estado.

EL SÍMBOLO NICENO

El símbolo niceno o símbolo de la fe es una declaración dogmática de los contenidos de la fe cristiana promulgada en el Primer Concilio de Nicea. El objeto del credo niceno fue consensuar una definición de los dogmas de la fe cristiana, impedida hasta entonces por la escasa institucionalización y las fuertes variantes regionales. El principal adversario de la doctrina nicena fue elarrianismo, una corriente teológica que negaba la divinidad de Jesús; otros problemas teológicos, en especial trinitarios, no se resolverían hasta el Primer Concilio de Constantinopla, cuando el carácter divino del espíritu Santo se afirmó definitivamente.




EL SEGUNDO CONCILIO DE NICEA

El segundo Concilio de Nicea se celebró del 24 de Septiembre al 13 de Octubre de 787 en Nicea. Fue convocado por Irene, madre del emperador Constantino VI. Los participantes más destacados de la asamblea fueron Adriano I, los legados papales: el Arcipreste romano Pedro y el Archimandrita del monasterio griego de san Saba y el patriarca de Constantinopla Tarasio.
El concilio fue convocado a raíz de la controversia iconoclasta iniciada por el emperador León III el Isáurico en el 726. Los iconoclastas negaban la legitimidad de las imágenes y su culto. Se habla de diversas causas en esta postura: cierto esquema todavía monofisita que no había sido totalmente vencido, la influencia musulmana y judía en el imperio de Oriente, el origen sirio del emperador León III, y el deseo de contrarrestar el poder de los monjes, defensores de la iconodulia, doctrina contraria a la iconoclasta. Además los iconoclastas usaban argumentos derivados de la prohibición que en el Antiguo Testamento vetaba la creación de imágenes (cf. Éxodo 20, 4; Deuteronomio 5, 8) o de la filosofía platónica ya que el uso de imágenes implica representar modelos a partir de lo que solo son sombras o reflejos.
Los cánones del concilio permiten hacer una distinción entre el culto dado a Dios (llamado de «adoración» o λατρεία) y la veneración especial tributada a las imágenes (προσκύνησις). Así se evitaban ambos extremos igualmente presentes en la cultura oriental: la adoración de la imagen como si fuera Dios mismo y por otro lado la destrucción de estas por miedo a la idolatría o por motivos de conveniencia y paz.
La intervención de la emperatriz regente Irene fue continua y fuerte. Ella misma presidió los trabajos de la última sesión asegurándose así de que las conclusiones fueran en la línea favorable a las imágenes. Los decretos y cánones fueron promulgados por ella. Sin embargo, las disputas en el interior de la familia imperial a causa de este problema continuaron hasta el emperador Teófilo.
Una de las novedades en este Concilio es la baja asistencia de los patriarcas orientales. Sólo asistió el de Jerusalén (que llegó con retraso) y el de Constantinopla. Nicea II declaró no ecuménico el sínodo de Constantinopla del 754, por no haber sido celebrado en comunión con la iglesia de Roma. El concilio fue recibido en Occidente con algunas reservas, debido a la mala traducción latina del griego original de las actas del concilio.


CONCLUSIÓN

El concilio de Nicea, o mejor dicho los Concilios de Nicea tuvieron como objetivo unificar al cristianismo, pues a causa de las distintas creencias que ya existían, hubo quienes negaban la doctrina de que Dios Padre, Dios hijo y Dios Espíritu Santo eran el mismo ser, sólo que unido en su santa trinidad. Habían quienes decían que Dios hijo sólo era una creación más del padre, pero a causa de esto fue como pudimos llegar al estudio de éste concilio.

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